SILVER RAINBOW

Las fotografías de Pablo Sola encierran un complejo proceso de depuración y abstracción de iconografías históricas, si bien le interesan sobre todo sus derivas más inesperadas. Por ejemplo, atiende al canon de belleza de la antigüedad clásica, pero indaga en su perversa identificación con la estética totalitaria fascista. Su mirada no se detiene en el carácter ancestral de las representaciones de deidades sumerias y acadias, sino que se adentra en las investigaciones pseudo-arqueológicas que han articulado, en las últimas décadas, delirantes interpretaciones de creacionismo alienígena.

En la cronología hegemónica, las tres dimensiones temporales –pasado, presente y futuro– se articulaban sucesivamente bajo la promesa de un progreso infinito. Esta temporalidad lineal, instaurada desde los inicios de la Modernidad tecnológica, va a quedar refutada por las guerras mundiales que jalonaron el siglo XX, o por los conflictos bélicos, crisis económicas y pandemias que determinan nuestro presente global. Una de las ideas centrales de la poética de Pablo Sola es, precisamente, la configuración de una temporalidad alternativa, heterogénea y deslocalizada. También cuestiona el tipo de sujeto histórico que la cronología tradicional presupone –blanco, heterosexual, occidental, masculino– para reivindicar una amplia gama de identidades corporales, siempre teniendo en cuenta la vulnerabilidad de los mismos.

Pablo Sola fotografía unos cuerpos con valores primordialmente escultóricos, como el volumen o la silueta. La exuberancia estética del Barroco, con la escenificación de santos sufrientes y alucinados, es ahora aplicada a unos sujetos ataviados con atuendos excéntricos y actitudes indescifrables. Los fondos neutros de sus imágenes se asemejan a los empleados en los libros de historia y en los dispositivos museísticos para aislar, recortar y legitimar la obra de arte como documento histórico autónomo.

Estos códigos culturales y préstamos discursivos le permiten construir imágenes complejas e intertextuales, cuyas posibilidades de lectura nunca se agotan en un primer vistazo. Frente a la complacencia de lo bello digital, que no tolera ninguna desgarradura y cuyo principal objetivo es el “me gusta”, las imágenes de Pablo Sola se adentran en lo incómodo, lo enigmático e, incluso, lo ilegible. Sus exquisitas fotografías son una invitación a mirar de otra forma, a mirar más, a mirar intensamente, a mirar sin miedo.

Carlos Delgado Mayordomo