Bajo el titulo Refugios en pausa, los artistas Rafael Blanco y Carlos I. Faura protagonizan un encuentro de diálogo en el que compartir significados. La geometría, la deconstrucción para volver a construir, el ritmo y la musicalidad de las piezas, la pausa y el vacío, el espacio y la habitabilidad, la repetición, el refugio… son algunos de los conceptos que encontramos en el trabajo de ambos artistas.
Teniendo la geometría como protagonista, entre ambos trabajos se crean lazos comunes y sinergias en las que la tradición se funde con la contemporaneidad. El hierro, la madera, el fuego, pinturas en spray y rotuladores acrílicos cohabitan y se alternan en el espacio expositivo. Sus trabajos convergen en un lugar común, en una especie de refugio en pausa en el que es posible adentrarse, detenerse a observar y generar conexiones y espacios de reflexión.
Refugios en pausa, es una muestra que conecta, sugiere y abre caminos, pero también nos lleva a cuestionarnos aspectos básicos de nuestras vidas, ¿Se encuentran éstas en un acto de repetición geométrico metido en un cubo llamado casa y delimitada por los tiempos y las actividades en sí?
Rafael extrae las formas geométricas de la incidencia que el ser humano hace en los campos de cultivo con la maquinaria y las herramientas agrícolas. Trabaja el paisaje desde el ritmo que van creando las lineas, curvas y formas que se van repitiendo incesantemente a lo largo y ancho de las vastas extensiones de terrero. Toma estas formas a modo de recursos gráficos y compone sus piezas teniendo en cuenta el ritmo de los paisajes y la musicalidad de estas estampas domesticadas. Blanco incorpora la geometría, utilizada habitualmente para representar la urbe y los cambios sociales más urbanitas, como forma de reclamar la ruralidad en el sentido de no aislamiento, sino de todo lo contrario, de avanzar hacia un desarrollo sostenible en todos los niveles. El empleo de los colores básicos CMYK (Cián, Magenta, Amarillo y Negro) que se utilizan en las impresiones a cuatro colores y con cuya mezcla se consigue un color más abundante en matices y por tanto una hiperrealidad, le sirve para plasmar su interés por la digitalización y el equilibrio entre lo virtual y lo físico, y como la red y las comunicaciones afectan a la sociedad, sobre todo en lugares rurales que tienden al aislamiento social, económico y cultural. Asimismo, la deconstrucción de la realidad y su posterior construcción en el lienzo, junto con el intento de alejamiento del pensamiento binario o dicotómico del ser humano, le lleva al empleo del blanco y negro y toda la gama de grises intermedios.
El trabajo de Carlos se define por el uso del hierro y por el juego que establece con los espacios vacíos. En su caso, Faura crea sus esculturas por los espacios que libera, no por la masa que construye, siendo más importantes casi que la propia materia. Es aquí donde radica la belleza de su obra, en las pausas y los silencios que existen, aunque igualmente sean piezas muy rítmicas y melódicas. Interesado por la arquitectura y los procesos industriales, el hierro le permite crear un hábil juego de perspectivas, luces y sombras, y lineas y formas que se repiten creando diferentes tránsitos, casi laberínticos, donde se conjugan el peso, el volumen, la materialidad y su relación con el espacio. Gracias a todo ello, el artista logra no sólo inesperados e intimidantes equilibrios, sino las más asombrosas y singulares figuras geométricas por las que es posible transitar con la mirada y deambular por sus formas. Recientemente ha comenzado a introducir en sus composiciones madera quemada, lo que imprime a las obras de un sesgo más natural, el del fuego de las fraguas donde tradicionalmente se forja el hierro.